El metal líquido con un grado de conductividad de 128 mW/(m·K) es un material altamente eficiente en la transferencia de calor. Este tipo de metal, que suele ser una aleación de metales como el galio, el indio o el estaño, se encuentra en estado líquido a temperaturas moderadas y es ideal para aplicaciones donde se requiere una rápida disipación térmica. Su elevada conductividad térmica lo convierte en un excelente candidato para sistemas de refrigeración avanzados, dispositivos electrónicos, y aplicaciones de energía térmica. Además, su fluidez permite una distribución uniforme del calor, lo que mejora el rendimiento de los componentes en los que se utiliza. Su uso en la industria puede abarcar desde la fabricación de procesadores hasta la tecnología de baterías, donde se valoran tanto su eficiencia térmica como su capacidad para adaptarse a diferentes formas y tamaños.En resumen, este metal líquido destaca no solo por su capacidad para conducir el calor, sino también por su versatilidad en diversas aplicaciones tecnológicas.