México siempre fiel. Con esta frase Juan Pablo II saludó a nuestro país en cinco ocasiones, a lo largo de casi 30 años de pontificado, y con estas mismas palabras aludió a un pueblo que no se deja vencer a pesar de las turbulencias, que ha sufrido por decisiones políticas, por difíciles episodios históricos, por restricciones de justicia y libertad. Karol Wojtyla pudo reconocer en los mexicanos el espíritu y la fortaleza de quienes superan las adversidades. Valentina Alazraki atestiguó de primera mano lo que México significó para Juan Pablo II: una entrada al mundo de habla hispana, una reafirmación de la fe en tiempos de cambio, un bastión para el catolicismo en una época de divisiones.